La industria del acero está al borde, los expertos advierten miles de empleos perdidos

El problema de los aranceles en la industria del acero ya es conocido. Desde el primer gobierno de Donald Trump en Estados Unidos, los países latinoamericanos están peleando contra la inundación de acero chino y turco, que recibe subsidios gubernamentales y se mete en cualquier país para compensar las puertas cerradas estadounidenses. Sin embargo, otros factores llevan a un panorama desolador. 

Ahora, el acero que llega a Colombia también es ruso pero ni el de China, ni el de Turquía, el de India o el Rusia cumplen con los mismos estándares de calidad, lo que pone en riesgo a las edificaciones locales. Sin embargo, se vende a precios inferiores por los subsidios de los gobiernos de su país de origen, lo que se convierte en una oferta tentadora para los comercializadores y para algunos constructores.

Tiempo de arancel

Por eso, las pocas siderúrgicas colombianas le hacen al gobierno desde hace tiempo una sola cosa: que equilibre la cancha. Pero, ¿cómo hacerlo? La abogada Olga Salamanca, socia de la firma Araujo Ibarra, advierte que Colombia, y el resto de Latinoamérica, está “abordando esta problemática con instrumentos de la década de 1990 que tienen un abordaje limitado frente a un asunto que ya es sectorial, no de algunas subpartidas de importaciones”.

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El mecanismo es sencillo: por ahora, los aranceles que imponen los países latinoamericanos se decretan por partidas y subpartidas arancelarias, es decir, por grupos específicos de productos. Pero el problema ha escalado a un nivel en el que esas importaciones con aranceles más bajos terminan incluyendo el acero largo, las varillas, que son las que se venden a menores precios. 

Por el momento, el gobierno solo ha impuesto una protección arancelaria para los productos de acero que se conoce técnicamente como plano, es decir, las tejas para las construcciones. Sin embargo, este no es el único reto al que se enfrenta la industria. 

Costos al cielo 

Durante las últimas décadas, las siderúrgicas han actualizado sus plantas y sistemas para pasar de los combustibles fósiles y el uso intensivo de carbón al gas natural como fuente principal de energía. 

Pero en los últimos dos años, los precios de ese combustible también han incrementado por cuenta de la pérdida de autosuficiencia energética de Colombia. Según el gestor del mercado de gas natural, que administra la Bolsa Mercantil, el cinco de noviembre de 2024 un millón de unidades térmicas británicas (BTU) al día costaba USD$ 6,08 y un año después, este miércoles, el mismo millón de BTU diario cuesta USD$ 7,15. Para el próximo año en el mismo día, el combustible se cotiza a USD$ 8,49, es decir que en apenas dos años el gas natural en Colombia sube USD$ 2,41. 

Esto es importante porque, como explica Marcela Mejía, presidente de la Siderúrgica de Occidente (Sidoc), “el incremento del precio del gas tiene una incidencia directa en los costos del acero, en 2026 pasará de representar 10 % a ser más del 20 % de la estructura de costos”. 

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A eso, indica Mejía, se suma que “no es fácil conseguir un reemplazo porque implica invertir en cambios estructurales y compras de equipos para producir otras energías, vamos a perder más competitividad. Esto puede generar una desindustrialización en Colombia y es increíble que, después de 30 años e inversiones para eficiencias por más de $500.000 millones, debamos retroceder para buscar combustibles como el crudo”. 

En la cuerda floja

Si la industria siderúrgica del país se viera disminuida por los costos de producción y la competencia desleal proveniente de varios países, el recorte en empleos podría alcanzar las 50.000 plazas laborales según el cálculo de la Cámara del Acero de la Asociación Nacional de Industriales (ANDI).

De acuerdo con el gremio, la estrategia china es destruir valor en la cadena del acero y hacer que toda la industria dependa de ellos en países en los que no hay medidas fuertes de protección para la industria local. 

Además, advirtieron, con los incrementos de precios de insumos de los últimos años y el dumping de acero ruso, chino y turco, los márgenes de la industria local se han reducido en entre 20 % y 50 % solo en Colombia.

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