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Ana María Giraldo, la colombiana que desafía la Antártida con su séptima cumbre


Estar a más de 5.000 metros de altura es un hito que muy pocos logran. Ahora, alcanzar esa altura en múltiples ocasiones es algo de superhumanos y la colombiana Ana María Giraldo lo ha logrado, y va por más.
Esta montañista manizaleña, con más de dos décadas de experiencia, se prepara para uno de los mayores retos de su vida: conquistar el Monte Vinson, la cima más austral y remota del planeta, ubicada en la Antártida. Con ello, completará el proyecto de las “Siete Cumbres”, que consiste en escalar las montañas más altas de cada continente.
A sus 42 años, Giraldo combina su faceta como atleta de alto nivel, conferencista y entrenadora de mentalidad con su papel de madre de dos hijos. “Esta séptima cumbre es la más remota del planeta porque queda en la Antártida. Aparte de eso, es una cumbre que hago ya siendo mamá… Eso le da una connotación también adicional”, cuenta con emoción.
La disciplina detrás de la cima
El camino hacia la séptima cumbre no se improvisa. La preparación física, técnica y mental es tan exigente como la montaña misma.“Escalar una montaña requiere una preparación integral. Entrenamos en bicicleta de montaña, hacemos trail running, trabajamos fortalecimiento muscular para evitar lesiones y practicamos escalada en roca y progresión en hielo”, explica Giraldo.
El proceso incluye sesiones de adaptación a la altura en cumbres de 3.500, 4.000 y hasta 5.000 metros. Además, junto a Ana Isabel Bustamante, su compañera de aventura, viajan a escenarios internacionales como la Cordillera Blanca, en Perú, y la Cordillera Real, en Bolivia, para entrenar en glaciares. Pero el aspecto físico es solo una parte del reto.
“La preparación también es mental y emocional. Cada una tiene su coach en su ciudad porque no es solo físico, tiene que ver con cómo manejar las emociones y cómo tomas decisiones en entornos complejos”, afirma Giraldo, quien además se desempeña como entrenadora de mentalidad de cima.
Desde esa faceta, asegura que lo aprendido en la montaña es aplicable a la vida diaria. “He aprendido a gestionar las emociones y las creencias que tenemos en nuestra mente de cara a un objetivo. Esa mentalidad es la que te lleva a lograr los objetivos, por difíciles que sean.”
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Vocación, historias y legado
La pasión de Ana María por las montañas nació en su infancia, inspirada por las caminatas familiares y por su hermano mayor, guía de montaña. “Cuando llego a la cima del Nevado del Ruiz, inmediatamente percibo que el horizonte se amplía… fue una sensación increíble. La cumbre es un tema de merecimiento, de qué tanto estás dispuesto a entregar para recibir lo que esa cumbre tiene para darte”, recuerda.
Esa filosofía ha guiado su carrera deportiva y su labor como conferencista durante más de dos décadas. “Soy una apasionada por las historias. Creo profundamente en el poder que tienen para transformar la vida de las personas. He encontrado que todos los seres humanos escalamos montañas en diferentes áreas de la vida”, explica.
El proyecto de las Siete Cumbres también ha sido una lección de trabajo en equipo. Junto a Ana Isabel Bustamante ha aprendido que la unión es clave para enfrentar lo extremo. “Es como un matrimonio, tal cual. Hay negociaciones, cuando yo me caigo, ella está ahí para darme la mano; cuando el ánimo se le baja, estoy yo. Y cuando las dos estamos en el piso, llegan los amigos, la familia y las empresas que nos apoyan”, señala.
Incluso cuando conocieron que otra montañista colombiana, Margarita Moreno, había completado las siete cumbres antes que ellas, Giraldo lo asumió como una confirmación de sus verdaderos objetivos. “Nos devolvimos a lo que siempre nos ha movido: mostrarle a Colombia y a Latinoamérica que las personas convencionales podemos lograr lo extraordinario, que en equipo somos imparables y que los caminos de largo plazo tienen un valor enorme.”
La séptima cumbre: cerrar con broche de oro
El Monte Vinson representa no solo la cima final del proyecto, sino también la más compleja por la logística que implica llegar a la Antártida y por las condiciones extremas del clima. “Es una montaña muy fría, vamos a estar todo el tiempo de día porque nunca oscurece. No tenemos porteadores ni mulas, lo hacemos todo nosotras, y eso nos encanta porque la autonomía es espectacular”, describe Giraldo con entusiasmo.
El reto, además, simboliza un mensaje de inspiración para quienes siguen su historia. “Hasta la montaña más difícil, la más lejana, inicia con un pequeño paso. Y ninguna montaña se logra en solitario: siempre está la fuerza del equipo”, concluye.
Ana María Giraldo se prepara para cerrar con broche de oro un camino de más de 20 años, llevando la bandera de Colombia a lo más remoto del planeta. Su expedición al Monte Vinson no es solo un desafío deportivo, sino una metáfora de perseverancia, colaboración y sueños que parecen imposibles, pero que, con disciplina, pasión y trabajo en equipo, se hacen realidad.
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La importancia de Epopeya
El proyecto de las Siete Cumbres que hoy impulsa Ana María Giraldo dialoga de manera natural con la trayectoria de Epopeya, la empresa colombiana que lleva 25 años transformando en liderazgo corporativo las enseñanzas del montañismo y que también ha sido un bastión para la manizaleña.
Así como Giraldo busca cerrar su ciclo en el Monte Vinson, Epopeya ya ha consolidado hitos al completar las Siete Cumbres con un equipo diverso de expedicionarios, demostrando que los sueños imposibles pueden alcanzarse con disciplina y trabajo en equipo. Ambas epopeyas, la personal y la colectiva, se entrelazan en un mismo legado de inspiración para Colombia y América Latina.
Es más, la empresa quiere ir más allá y en la celebración de su vigesimoquinto aniversario confirmó un nuevo proyecto: De cero al Everest, una travesía donde quiere poner a prueba la experiencia que ha recogido desde su fundación, para llevar a un ser humano “común y corriente” a conquistar la cumbre más alta del planeta, a 8.848 metros sobre el nivel del mar.
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