EXCLUSIVO | Dos mujeres, un mismo sueño: la hazaña que llevó a Colombia a la cima del Monte Vinson en la Antártida

La cima del Monte Vinson, la montaña más remota de la Antártida, vio ascender a dos paisas: dos mujeres berracas y soñadoras que, paso a paso y de la mano, conquistaron los 4.892 metros del punto más alto del continente blanco.

Pero este logro no nació de la fragilidad. Fueron dos años de trabajo constante, disciplina y entrenamientos diseñados para llevar el cuerpo al límite y templar la mente. ¿El reto? Sobrevivir a una expedición antártica capaz de poner a prueba hasta al más tenaz.

La dupla logró culminar un reto que pasó por todos los continentes. Suministrado

Las dos ‘Anas’ —Ana María Giraldo y Ana Isabel Bustamante— se encontraron en un camino marcado por los mismos retos y sueños. Con el tiempo, pasaron de ser compañeras de montaña a convertirse en un dúo inseparable, unido por una amistad que se hizo más fuerte en el hielo, la altura y la adversidad.

Lea también: 'Cumbre sin Límites': héroes con discapacidad conquistan el Nevado del Tolima

Fue precisamente ese lazo el que las impulsó a conquistar, casi como si fueran una sola, el desafío de las 'Siete Cumbres', hasta convertirse en el primer equipo femenino colombiano en completar esta hazaña. Y fue también ese impulso el que llevaron consigo hasta la cima del Vinson, donde su mensaje de entusiasmo y perseverancia tomó fuerza propia.

Así fue la expedición de las dos colombianas al Monte Vinson

La expedición empezó mucho antes del hielo. Su verdadero punto de partida estuvo miles de kilómetros lejos de la Antártida, cuando las dos colombianas comenzaron a sincronizar cuerpo y mente bajo la guía de Pamela Holguín, la entrenadora que las empujó a descubrir de qué estaban hechas.

Con ella enfrentaron entrenamientos de resistencia, fuerza y concentración diseñados para simular, en lo posible, la crudeza antártica. Correr, pedalear, soportar el cansancio… y entrenar la mente para no ceder cuando el frío, la altura y la soledad quisieran hacerlas retroceder.

El Monte Vinson es una de las montañas más extremas del mundo. Suministrado

Las 'Anas' volaron primero de Bogotá a Santiago de Chile. Luego siguieron hasta Punta Arenas, la puerta patagónica al fin del mundo. Desde allí, un vuelo de cuatro horas las dejó en la Antártida, un continente tan blanco como hostil.

Campamento base Vinson

Para llegar al punto de inicio del ascenso tomaron una pequeña avioneta que las llevó, tras 45 minutos de turbulencias y hielo, sobre un glaciar cercano al Monte Vinson. Era el umbral de su aventura.

Cada una llevaba lo indispensable: comida, elementos básicos de aseo, un kit de emergencias y un conjunto de herramientas para sobrevivir en la montaña. A eso se sumaba un trineo cargado; en total, unos 35 kilos por persona. Con ese peso arrastrándose sobre el hielo, entre ráfagas cortantes y la inmensidad silenciosa del glaciar, empezó la prueba real.

Campamento Bajo (Low Camp)

Comenzaron el ascenso con un ritmo constante, avanzando durante seis horas hasta alcanzar el campamento bajo. La belleza del paisaje era extraordinaria, pero pronto el cuerpo empezó a sentirse extraño ante una sensación nueva: en la Antártida, la noche simplemente no existe.

Las dos deportistas no se doblegaron ante las difíciles condiciones climáticas. Suministrado

Las colombianas esperaban que el cielo se apagara para marcar el final de la jornada, pero la luz seguía ahí, clavada sobre el glaciar. Las nueve de la noche parecían las cinco de la tarde; la oscuridad no asomaba por ningún lado.

Campo Alto

La segunda etapa las obligó a aligerar todo lo posible. Solo avanzaron con lo indispensable: un morral que seguía pesando 18 a 20 kilos, suficiente para recordarles que cada paso en la Antártida tiene un costo.

Desde el Campo Alto, enfrentaron una jornada de aproximadamente 12 horas hacia la cumbre. Contra toda predicción, el clima se mostró amable, como si el Monte Vinson reconociera en ellas la determinación de quienes no retroceden. La montaña, sabia y silenciosa, pareció abrirles su propia puerta de ingreso al cielo blanco.

¿Quién iba a imaginar que la bandera de Colombia ondearía en la punta del Monte Vinson, una de las montañas más remotas y extremas del planeta, y que lo haría en manos de dos mujeres?

El momento en la cima fue demasiado emocionante para las deportistas. Suministrado

Ese instante quedó grabado, helado en el tiempo, como el propio glaciar. Ana María y Ana Isabel lloraron de felicidad mientras el viento blanco les recordaba cada uno de los sacrificios que habían hecho para llegar allí. La piel quemada, los labios resecos y las ampollas en los pies parecían pequeñas heridas frente a la inmensidad que contemplaban desde la cumbre del Vinson.

Le puede interesar: Adriana Enciso, la culturista natural colombiana que hace historia mundial “sin esteroides”

En cuestión de segundos, pasaron por su mente los dos años de preparación, los días más duros, las renuncias, las dudas, los entrenamientos, y también los obstáculos que encontraron durante la escalada. Era como si la montaña les devolviera, en silencio, todo lo que ellas le habían entregado.

Para las paisas, alcanzar la cima significó algo mucho más profundo que completar el reto de las ‘Siete Cumbres’ o cumplir una hazaña para el país. Había un mensaje que llevaba toda la esencia del viaje, uno que Ana Isabel Bustamante resumió en diálogo con Minuto60:

Cualquier persona tiene la capacidad de lograr lo extraordinario, y no necesariamente eso está en una montaña física, sino en un proyecto o en un objetivo. Para nosotras esta experiencia significa eso, es poderle transmitir a todas las personas que pueden ser superhéroes en sus propias vidas.

Ana Isabel Bustamante, montañista

La montaña recibió a las colombianas con temperaturas muy bajas. Suministrado

¿Qué fue lo más difícil de la expedición para las colombianas?

En medio de la alegría por el reto cumplido, las dos ‘Anas’ recordaron entre risas dos momentos cruciales de la escalada al Monte Vinson, anécdotas tan insólitas como inolvidables.

Ana María relató las dificultades que tuvo con las famosas wag bags —las bolsas especiales donde los montañistas deben depositar y transportar sus heces—, un protocolo obligatorio para mantener limpio el Vinson.

En la subida, se llevan vacías; en la bajada, se cargan llenas. Pero el clima extremo alteró su digestión y las deposiciones se volvieron más frecuentes de lo normal. A esto se sumó su menstruación. El resultado: terminó el descenso con cinco wag bags, un peso adicional que sintió en cada paso.

La amistad de estas dos mujeres se hizo tan fuerte como su sueño de llegar al Vinson. Suministrado

Ana Isabel también enfrentó su propio desafío. Durante la primera jornada del ascenso, el frío extremo hizo que sus músculos reaccionaran con una serie de calambres en las piernas que intentaron quebrar su lucidez mental, pese al arduo entrenamiento previo.

Sin embargo, se aferró a la determinación que la había llevado hasta allí. “Lo más importante es superarse en esos momentos y no tirar la toalla, no rendirse (…) Fue una negociación que tuve que hacer con mi cuerpo para adaptarlo a este ambiente”, contó.

Sin duda, esta fue una experiencia inolvidable para la dupla. El 1 de diciembre de 2025 quedará marcado como una fecha histórica: dos guerreras alcanzaron la cima del Monte Vinson y allí dejaron el corazón, la berraquera y la resiliencia que caracteriza a los colombianos.

Ahora regresan a casa para abrazar a sus familias y celebrar lo afortunadas y bendecidas que fueron al cumplir una hazaña de dimensiones glaciares, una que permanecerá para siempre en sus memorias y en la historia del montañismo colombiano.