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14 de agosto de 2025 - 8:58 a. m.
Actualizado - 14 de agosto de 2025 - 9:34 a. m.

Alto al odio político: desarmar la palabra

La tensión política que se vive en Colombia ha provocado que desde diferentes sectores se haga un llamado a bajar el tono del discurso.
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Alejandro pone una flor sobre el féretro de su padre Miguel Uribe Turbay. - Crédito: Colprensa

La política colombiana ha estado marcada por una dolorosa cadena de magnicidios que han arrebatado la vida de aspirantes presidenciales en diferentes épocas. 

La creciente polarización política tras el crimen del senador Miguel Uribe Turbay,  ha generado un llamado unánime de líderes políticos, institucionales y gremiales para bajar el tono del debate y promover el respeto en la contienda electoral.

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El senador Miguel Uribe Turbay aspiraba a ser presidente de Colombia. Colprensa

El alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, pidió a todos los actores políticos “asumir la responsabilidad de sus palabras” y evitar discursos que alimenten el odio. 

El lenguaje violento genera realidades violentas. Debemos desarmar la palabra para proteger la vida y la democracia.

En la misma línea, el procurador general, Gregorio Eljach, advirtió que la violencia verbal puede convertirse en violencia física: 

No podemos permitir que la confrontación política escale a escenarios de agresión. El país necesita debate, pero debate constructivo.

Los empresarios también sentaron su voz sobre lo que está ocurriendo en el país. El presidente de la Asociación Nacional de Empresarios (ANDI), Bruce Mac Master, se sumó a quienes piden bajar el tono y buscar el diálogo: 

El sector empresarial respalda un diálogo democrático basado en el respeto. Las diferencias no pueden resolverse a través de la estigmatización ni del ataque personal.

Por su parte, el presidente del Congreso, Lidio García, destacó que el Legislativo tiene la obligación de dar ejemplo: 

La política no es una guerra de enemigos, es una confrontación de ideas. Desarmar la palabra es el primer paso para desarmar la violencia.

La vicepresidenta Francia Márquez insistió en que el lenguaje agresivo alimenta la división social:

Colombia necesita un pacto por la vida, y eso comienza por cómo nos hablamos. La palabra puede sanar o puede destruir; es momento de usarla para construir paz.

El llamado conjunto de estas figuras refleja la preocupación por el tono del debate político y busca generar un compromiso nacional para que las diferencias se tramiten en un marco de respeto, sin alimentar un ambiente que ponga en riesgo la integridad de quienes participan en la vida pública y sobre todo, en la próxima campaña política.

Los precandidatos que no llegaron…

El recuerdo de líderes políticos como Jorge Eliécer Gaitán, Jaime Pardo Leal, Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro Leongómez sigue vivo en la memoria colectiva del país.

El crimen del senador y precandidato, Miguel Uribe Turbay, revivió una época oscura de la historia de Colombia. 

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Imagen del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán. Colprensa

El primero de estos magnicidios ocurrió el 9 de abril de 1948, cuando el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán fue asesinado en Bogotá, un crimen que desató El Bogotazo y marcó el inicio de un periodo de violencia generalizada en Colombia.

Décadas más tarde, el 11 de octubre de 1987, el candidato presidencial de la Unión Patriótica, Jaime Pardo Leal, fue asesinado en el municipio de La Mesa, Cundinamarca, en medio de un contexto de exterminio contra miembros de ese movimiento político.

El 18 de agosto de 1989 un nuevo magnicidio sacudió el país, Luis Carlos Galán, líder del Nuevo Liberalismo y quien se perfilaba como el favorito para ser el nuevo presidente de Colombia; fue asesinado en una tarima en el municipio de Soacha, mientras participaba en un evento de campaña. Precisamente hoy en día, uno de sus hijos, Carlos Fernando Galán, es el alcalde de Bogotá.

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Luis Carlos Galán con César Gaviria Trujillo. Colprensa

Pocos meses después, el 22 de marzo de 1990, Bernardo Jaramillo Ossa, también de la Unión Patriótica, fue acribillado en el aeropuerto El Dorado de Bogotá. Fue víctima de las balas disparadas por un sicario menor de edad. 

Pero la violencia no se detenía y apenas un mes más tarde, el 26 de abril de 1990, Carlos Pizarro Leongómez, excomandante del M-19 y recién reincorporado a la vida civil, fue asesinado en pleno vuelo hacia Barranquilla. El sicario fue abatido por los escoltas del líder político, padre de la hoy senadora María José Pizarro. 

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El candidato presidencial Carlos Pizarro. Colprensa

Estos crímenes, ocurridos en contextos marcados por la violencia política, el narcotráfico y el conflicto armado, dejaron una herida profunda en la democracia colombiana y un precedente de inseguridad para quienes aspiraban a la presidencia del país.

Hoy 35 años después, el asesinato del senador Miguel Uribe Turbay revive este doloroso historial y obliga a recordar que la violencia sigue amenazando la vida política del país.

Durante las exequias de su hijo, Miguel Uribe Londoño sentenció lo que durante tantos años, los colombianos han anhelado: “Este presente no puede ser el mañana”.


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