Periodista Digital
Precandidatos presidenciales en Colombia se someten a pruebas de drogas y alcohol


La madrugada bogotana estaba aún fresca cuando, a las 6:30 a.m., cuatro políticos con pasado de gobernadores y alcaldes caminaron hacia un laboratorio clínico. Allí no los esperaba una entrevista ni un debate, sino algo más frío y técnico: una cita con la aguja, la orina y los resultados de un panel toxicológico.
Juan Guillermo Zuluaga (Meta), Héctor Olimpo Espinosa (Sucre), Aníbal Gaviria (Antioquia) y Juan Carlos Cárdenas (Bucaramanga) se pusieron bajo la lupa médica como requisito previo a inscribirse en la carrera presidencial de 2026. Entre risas contenidas y declaraciones a medios, repitieron un lema que, con la fuerza de un eslogan de campaña, marcaría la jornada: “No se gobierna ni borracho ni trabado”.
Mi examen toxicológico salió positivo… positivo para presidente.
En abril dije que quienes aspiramos a la Presidencia debíamos estar limpios de todo vicio. Hoy cumplí mi palabra: estoy limpio, listo y #SinMiedo pic.twitter.com/hWw6KCtJle
Precandidatos presidenciales se someten a pruebas de drogas y alcohol. Crédito: La Fuerza de las Regiones
Un gesto político con segundas lecturas
Aunque la acción se presentó como un acto de transparencia, su trasfondo no pasó desapercibido. En un país en el que la desconfianza hacia los dirigentes es la norma, mostrar exámenes en mano y decir públicamente “estamos limpios” se convirtió en una estrategia de diferenciación. Zuluaga, levantando el documento con resultados negativos como si fuera un trofeo, aseguró:
Quien aspire a manejar la suerte de 52 millones de colombianos debe estar en los cinco sentidos.
Juan Guillermo Zuluaga, mostrando el resultado del examen toxicológico. Crédito - X: @JuanGZuluaga
Pero la lectura política fue más allá: la alusión indirecta al presidente Gustavo Petro, a quien se le han atribuido señalamientos de consumo por parte de su propio excanciller Álvaro Leyva, quedó flotando en el ambiente. Sin mencionarlo directamente, los aspirantes de la coalición La Fuerza de las Regiones enviaron un mensaje contundente: gobernar requiere lucidez absoluta.
Negativo para drogas.
Positivo para Presidente.
A varios amigos debo decirles que no puedo tomar porque voy a conducir… un país con la @fuerzaregiones. https://t.co/IlrFJxnMpj pic.twitter.com/B15m7XwZhh
La coalición que quiere romper el centralismo
El episodio médico se convirtió en la primera gran puesta en escena de una alianza que agrupa a más de 40 exgobernadores y exalcaldes, con una idea central: enfrentar lo que llaman “la dictadura del centralismo”. Para Espinosa, vocero de este grupo, el gesto de hoy es apenas la primera prueba:
Este es el primer gran llamado a la unidad del país. Entre nosotros hay un excelente presidente y tres buenos ministros.
Su narrativa busca conectar con el electorado desde lo regional, con la promesa de trasladar al plano nacional las experiencias de gestión local. Un discurso que suena distinto en tiempos en los que Bogotá sigue siendo vista como el epicentro burocrático y distante de las regiones.
Hoy ya no es armónica la relación entre el poder central y las regiones, @anibalgaviria responde cuál sería su plan en materia de descentralización, durante el congreso de la @ANDI_Colombia en representación de #LaFuerzaDeLasRegiones pic.twitter.com/e3a31OFvth
La confianza en tiempos de escepticismo
En política, los gestos pesan tanto como los programas. Y este, que podría parecer anecdótico, tocó una fibra sensible: la confianza, la idea de que la política se limpia no solo con discursos sino con pruebas médicas es un mensaje que conecta con un país cansado de rumores, sospechas y liderazgos desgastados.
Felipe Córdoba, excontralor y también precandidato, se sumó horas después a la iniciativa, invitando incluso al presidente Petro y a sus ministros a someterse al mismo examen.
La confianza se recupera con hechos, no con discursos”, escribió en X, marcando la pauta de lo que podría convertirse en un nuevo estándar de campaña.
La confianza no se recupera con discursos, se recupera con hechos; por eso hoy doy el primer paso realizándome un examen toxicológico, cuyo resultado muestra que estoy completamente libre de drogas, porque estoy convencido de que quienes dirigen a Colombia deben ser íntegros de… pic.twitter.com/DFn68y8ZHo
Eco Internacional
En medio de este escenario, el eco no se queda en las fronteras. En Chile, el presidente Gabriel Boric también se sometió a un examen toxicológico, con pruebas de orina y cabello, y publicó los resultados de forma abierta en sus redes sociales, en respuesta a los cuestionamientos de sectores opositores. “La desinformación es un peligro para la democracia”, escribió el mandatario al mostrar que no consumía ninguna sustancia prohibida.
La jugada de Boric contrasta con el caso colombiano: mientras en Bogotá los precandidatos de La Fuerza de las Regiones usaron la toxicología como carta de transparencia y, de paso, como dardo político contra Petro, en Santiago el presidente chileno utilizó la misma herramienta para blindarse frente a rumores y desviar la atención hacia debates legislativos de fondo. El paralelo deja en evidencia cómo un examen médico puede convertirse en un arma política de doble filo: símbolo de transparencia en unos, y punto de presión en otros.
Tal como hace cuatro años, ciertos sectores de la oposición persisten en generar dudas o desinformar a la ciudadanía. Por eso, comparto los resultados del examen de orina y de pelo que me realicé.
Es importante decirlo las veces que sea necesario: la desinformación es un peligro… pic.twitter.com/aB4bOA6Uwt
Entre la pulla y la estrategia electoral
La escena de cuatro políticos en fila esperando un examen de drogas puede parecer insólita, pero revela cómo la contienda presidencial de 2026 empieza a perfilarse más desde la simbología que desde las propuestas. En un contexto donde la narrativa sobre consumo de sustancias ha rozado la figura presidencial, los exmandatarios regionales supieron aprovechar la coyuntura para enviar un doble mensaje: ellos están “limpios”, pero también creen que otros deberían demostrarlo.
La pregunta que queda es si este episodio será recordado como un simple golpe mediático o como el inicio de una campaña marcada por la exigencia de transparencia radical. Por ahora, lo cierto es que la política colombiana, por un día, cambió la tarima y el micrófono por el microscopio y los tubos de ensayo.
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