Periodista Digital

El presidente Donald Trump firmó el miércoles la ley que pone fin al cierre gubernamental más largo de la historia de Estados Unidos, tras 43 días de duro pulso político entre republicanos y demócratas.
Trump firmó la normativa que poco antes había aprobado la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, por 222 votos a favor y 209 en contra.
"Hoy mandamos un mensaje claro de que nunca nos someteremos a una extorsión", dijo el mandatario ante la prensa en la Casa Blanca.
La parálisis presupuestaria obligó a despedir temporalmente a cientos de miles de funcionarios, provocó la cancelación de miles de vuelos y la angustia entre familias que dependían de ayudas públicas para subsistir.
El cierre en cifras
Los servicios de investigación del Congreso calculan que el país perdió hasta 14.000 millones de dólares en esta parálisis presupuestaria.
Según el análisis del Centro de Política Bipartidista de los informes diarios del Tesoro y sus propias estimaciones de personal, al menos 670.000 empleados federales fueron suspendidos, y volverán al trabajo con derecho a sueldo a partir del jueves.
Según la misma organización, se estima que cerca de 730.000 empleados públicos, considerados esenciales, siguieron trabajando durante el cierre, aunque sin remuneración.
A pesar de que el 28 de octubre un juez prohibió indefinidamente al gobierno Trump despedir más funcionarios, 4.000 ya habían recibido notificaciones de suspensión.
Aproximadamente 42 millones de estadounidenses dependen cada mes de los cupones de alimentos que reciben a través de sus tarjetas de transferencia electrónica de beneficios, según cifras del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA). El mes pasado, los recursos de este programa se agotaron en consecuencia al cierre de gobierno.

Capitolio de Estados Unidos. Canva.
Apoyo dividido
El Senado había votado el lunes favorablemente a la reapertura gracias a la participación de ocho demócratas y la oposición de un solo republicano.
Los esfuerzos titánicos de los demócratas para intentar reabrir toda la gran discusión sobre los subsidios para la cobertura sanitaria acabaron frustrados.
Los republicanos se limitaron a promover un debate separado, a corto plazo, en el Congreso sobre las ayudas a millones de estadounidenses para pagar su cobertura sanitaria.
Johnson y el líder de la mayoría republicana en el Senado, John Thune, demostraron temple a lo largo de semanas de enorme presión, que incluyeron cancelaciones de vuelos en todo el país por la falta de controladores aéreos, que no cobraron sueldo durante casi dos meses.
El líder de la minoría en el Senado, el demócrata Chuck Schumer, votó en contra de la reapertura, y la misma actitud mantuvo a Jeffries.
"La atención médica de la gente en este país está a punto de volverse impagable", clamó Jeffries.
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El trasfondo: la batalla por el Obamacare
La polémica yace en el denominado Obamacare, la reforma sanitaria aprobada durante la presidencia del demócrata Barack Obama, que suponía un primer intento de introducir una cobertura sanitaria pública universal en todo el país.
Esa cobertura, que la Corte Suprema dictaminó que no podía ser obligatoria, ha subsistido gracias a los créditos fiscales aprobados por los demócratas.
Ante la crisis de la pandemia del coronavirus, el demócrata Joe Biden extendió y amplió en 2022 los subsidios para ayudar a millones de estadounidenses a pagar esa cobertura de salud.
Esas ayudas vencen a finales de año, con lo cual las pólizas pueden subir de forma considerable.
Los republicanos aducen que esos subsidios solo deberían ayudar a los sectores más desprotegidos, y no extenderse de forma indiscriminada.
Durante los debates sobre agrios en torno al cierre gubernamental, los republicanos acusaron también a los demócratas de querer beneficiar a millones de inmigrantes indocumentados con esos subsidios.
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Tensiones políticas
Los sondeos demostraron que la mayoría de la población achacaba a Trump y a los republicanos la responsabilidad del cierre, puesto que dominan la Casa Blanca y el Congreso.
Pero su unidad se mantuvo casi sin fisuras, mientras que el enojo crecía en la opinión pública.
El nerviosismo acabó pesando más en las filas demócratas, que hace tan sólo una semana celebraban una serie de victorias en sus feudos electorales, incluida la elección de un alcalde que se declara socialista en Nueva York.
El relevo generacional se acelera en ese partido. La veterana líder en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, anunció su retirada la semana pasada, y Schumer aparece cada vez más cuestionado en el Senado.
*Con información de AFP.
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