Periodista Digital
La historia del hombre que encontraba en el deporte y la música su refugio más íntimo


En la mañana gris de la Media Maratón de Bogotá, la lluvia se colaba entre las zapatillas y las camisetas de los corredores. Miguel Uribe Turbay, con la disciplina de un novato entusiasta y el corazón de un veterano, cruzó la meta de los 21 kilómetros. Lo contó después, orgulloso:
Hoy corrí mi primera Media Maratón de Bogotá… hasta este año empecé a correr y este logro demuestra que cuando uno realmente se propone algo, lo logra.
Ese Miguel, el que se felicitaba a sí mismo y a los demás por resistir el clima y el cansancio, era muy distinto al senador que debatía con voz firme en el Congreso. Porque lejos de los reflectores políticos, existía un hombre que encontraba en el deporte, el running, el ajedrez y la música no solo pasatiempos, sino trincheras contra las tormentas de la vida.
Miguel Uribe y su pasión por el deporte. Crédito - Facebook: Miguel Uribe Turbay
El atleta que llegó tarde al running, pero no a la meta
Miguel no fue siempre corredor. El running llegó a su vida como una prueba personal, casi como una terapia. El ritmo de los pasos, el aire frío de la mañana y la sensación de superación le resultaban irresistibles. No corría para exhibirse en redes, corría porque el sudor y la respiración agitada le recordaban que seguía vivo y en movimiento, que la resistencia física podía enseñarle también resistencia emocional.
Miguel Uribe corriendo la Media Maratón de Bogotá. Crédito - Facebook: Miguel Uribe Turbay
En sus últimos años, hablaba de entrenamientos con la misma pasión con la que antes analizaba jugadas de ajedrez o interpretaba piezas al piano. Para él, correr no era un hobby: era una metáfora de su vida. Aguantar, concentrarse, llegar.
Colombia 🇨🇴 corre unida por la vida, la esperanza y la recuperación de Miguel Uribe Turbay.
🗓️ Domingo 6 de julio.
🏃Salgan a correr en su ciudad con su camiseta blanca.#FuerzaMiguel #CarreraPorLaVida
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El estratega del tablero
Antes de los debates y las votaciones, Miguel fue un joven que pasaba horas frente a un tablero de 64 casillas. El ajedrez le enseñó paciencia, cálculo y visión a largo plazo. Lo practicaba con la misma entrega que después pondría en su carrera política.
Miguel Uribe y su pasión por el ajedrez. Crédito - Facebook: Miguel Uribe Turbay
Gregorio Rey, su entrenador, lo recordaba como un jugador que podía pasar de competir a enseñar en cuestión de semanas. En Coveñas, mientras sus amigos se bañaban en el mar, él caminaba hasta San Antero con un tablero en la mochila para enseñarles a los niños cómo mover un peón o planear un jaque mate. Creía que el ajedrez mejoraba la concentración, la lógica y la capacidad de tomar decisiones.
Miguel Uribe era un gran jugador de ajedrez. Crédito - Facebook: Miguel Uribe Turbay
El músico que heredó canciones
La música llegó antes que la política y se convirtió en su refugio más íntimo. A los cinco años tocaba el piano; más tarde, la guitarra y la batería se sumaron a su repertorio. Su vida tenía banda sonora: Poligamia, Andrés Cepeda, Carlos Vives. Pero había una canción que era distinta a todas: Fina estampa, que su madre le cantaba de bebé. Esa melodía, como una fotografía que no se borra, era un puente emocional hacia ella.
Decía que la música era “un instrumento para ser resiliente”, una manera de volver a casa cuando todo afuera se volvía hostil.
Miguel Uribe tocando acordeón. Crédito - Programa: The Suso's Show
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Una vida que empezó temprano y se apagó temprano
Miguel Uribe fue un hombre que llegó temprano a casi todo: a la orfandad, a la política, al matrimonio, a la paternidad y al liderazgo. También llegó temprano a su última meta, la más injusta: la muerte.
Cuando un sicario niño le arrebató la vida, no solo cayó un político en ascenso; también se detuvo el corredor que entrenaba bajo la lluvia, el ajedrecista que enseñaba en playas caribeñas y el músico que aún recordaba acordes de infancia.
Miguel Uribe y su pasión por el deporte. Crédito - Facebook: Miguel Uribe Turbay
Miguel Uribe Turbay fue más que un apellido político. Fue un hombre que entendió que la vida, como el running y el ajedrez, exige estrategia, paciencia y resistencia. Y que a veces, la mejor jugada es seguir corriendo, incluso bajo la lluvia.
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