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18 de agosto de 2025
Actualizado 14 de agosto de 2025 - 4:04 p. m.

Del músculo al algoritmo: Una postal anticipada de un futuro en el que el metal hace deporte

Entre desfiles autónomos, goles robóticos y coreografías sincronizadas por algoritmos, 280 delegaciones de 16 países compiten en Pekín.

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Primeros Juegos Mundiales de Robots Humanoides en Pekín. Crédito: AFP

  • En el Óvalo Nacional de Patinaje de Velocidad ‘Cinta de Hielo’ de Pekín, escenario de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022, no se escuchó el habitual grito de los atletas y entrenadores. En su lugar, el sonido metálico de articulaciones hidráulicas, la cadencia precisa de pasos programados y el zumbido de motores eléctricos marcaron el inicio de una cita histórica: los primeros Juegos Mundiales de Robots Humanoides 2025.

Con 280 delegaciones de 16 países y un calendario que se extiende hasta el 17 de agosto, el evento combina lo mejor (y lo más inquietante) de la ingeniería, el deporte y el espectáculo. Desde carreras de 100 metros hasta partidos de fútbol robótico, pasando por artes marciales y simulaciones industriales, Pekín se ha convertido en un laboratorio viviente del futuro.

 

La 'cinta azul' del mañana

La ceremonia de apertura congregó a unos 8.000 espectadores, entre humanos y robots, dos tercios de la capacidad total. La apertura fue un derroche de sincronización y tecnología: quince robots Booster T1 y K1 lideraron una coreografía que parecía salida de una superproducción de ciencia ficción, seguida de un desfile autónomo de 25 robots con inteligencia artificial, marchando en formación perfecta, sin un solo control remoto.

El momento cumbre llegó con el encendido simbólico de una “llama” que, en lugar de fuego, representa el corazón mecánico de los atletas. Hubo juramento de competidores, vuelta olímpica y hasta un guiño a la historia china: robots caracterizados como guerreros de terracota, Sun Wukong o Nezha.

Inauguración de los primeros Juegos Mundiales de Robots Humanoides.

Inauguración de los primeros Juegos Mundiales de Robots Humanoides. Crédito: AFP

 

El deporte como campo de pruebas

Las competencias se dividen en cuatro categorías:

  • Competitivas: carreras, relevos, salto de longitud y altura, gimnasia y el atractivo mayor: el fútbol, bajo la marca RoboCup Asia-Pacific Beijing Masters.

  • Exhibición: danza, artes marciales y creatividad espontánea.

  • De escenario: simulaciones industriales, hoteleras y farmacéuticas.

  • Periféricas: combates libres y baloncesto.

El fútbol, explican los organizadores, es ideal para desarrollar capacidades de percepción, toma de decisiones y control motor. Tal es el caso del robot T1, desarrollado por Booster Robotics y la Universidad de Tsinghua, campeón en la RoboCup de Brasil y hoy entrenando tiros y posicionamiento como un delantero profesional, pero con circuitos en vez de músculos.

China, potencia robótica sin rival

Aunque el evento lleva la etiqueta de “mundial”, la mayor parte de las disciplinas, excepto el fútbol, están dominadas por equipos chinos. No es casualidad:

  • En 2024, China fabricó 556.000 robots industriales, dos tercios de la producción mundial.

  • Desde principios de 2025, empresas del sector han firmado contratos por casi 500 millones de yuanes.

  • Lidera también en patentes de robótica, considerada clave para afrontar su envejecimiento poblacional.

Y mientras compañías como Unitree Robotics popularizan perros y humanoides domésticos, los expertos advierten que la adopción masiva en hogares tardará aún dos o tres años por razones de costo y seguridad.

 

 

Entre la fascinación y la inquietud

En los pasillos del recinto, los visitantes piden cafés y zumos preparados por máquinas robotizadas, mientras otros observan duelos de baloncesto y tenis de mesa entre humanos y robots. El público aplaude, ríe, graba con sus móviles… pero en el aire flota una pregunta inevitable:

¿Estamos ante una nueva era deportiva… o ante el ensayo general de un mundo en el que los humanos pasaremos a ser espectadores permanentes?

Porque estos Juegos no solo celebran el ingenio técnico. Son también un escaparate de lo que podría ser la vida en 10 o 20 años: ciudades donde la fuerza laboral sea mayoritariamente mecánica, industrias que funcionen sin descanso, y un deporte donde el sudor ya no sea humano.

 

Del músculo al algoritmo

La clave de esta revolución está en la inteligencia encarnada: robots que no solo calculan, sino que sienten el espacio, se adaptan y aprenden. Con sensores que detectan luz, distancia y sonido; con cámaras para el reconocimiento visual y micrófonos para captar comandos, estos humanoides son capaces de tomar decisiones en tiempo real.

Hoy ejecutan coreografías y compiten en atletismo. Mañana podrían ser nuestros enfermeros, compañeros de entrenamiento… o nuestros rivales laborales.

En Pekín, los primeros Juegos Mundiales de Robots Humanoides no son solo un espectáculo deportivo. Son una postal anticipada de un futuro en el que el metal corre, salta, baila y piensa. Y, tal vez, una señal de que el reloj del cambio ya está en marcha.

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