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25 de septiembre de 2025
Actualizado 25 de septiembre de 2025 - 10:59 a. m.

Se agranda el papelón: Once Caldas celebró como campeón y terminó eliminado de la Sudamericana

La euforia previa, la confianza desmedida y la desconexión en el momento clave transformaron el sueño en pesadilla.

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Once Caldas celebró como campeón antes del partido y terminó eliminado.Crédito: Redes sociales y AFP

La noche estaba lista para ser mágica. Manizales se vistió de blanco, el Estadio Palogrande se llenó hasta el último rincón, y en el ambiente flotaba esa mezcla de esperanza y nostalgia que solo el fútbol puede generar. Once Caldas tenía todo a su favor: una ventaja de 2-0 conseguida en Quito, la historia empujando desde 2004 y a Dayro Moreno el último sobreviviente de aquella Libertadores soñando con otra noche épica. Pero el fútbol, caprichoso como siempre, tenía otros planes. Y el papelón no comenzó en la cancha… empezó antes de que rodara el balón.

 

Once Caldas: La fiesta antes de la batalla

Horas antes del partido, el “blanco blanco” llegó al estadio Palogrande envuelto en euforia. Afuera, miles de hinchas cantaban, saltaban, agitaban banderas. Hasta ahí, todo normal. Pero algo empezó a torcerse cuando, contagiados por el ambiente, varios jugadores decidieron subirse al techo del bus a celebrar con la afición. Sí, celebrar. No habían jugado un solo minuto del partido, no habían asegurado la clasificación, y ya estaban entonando cánticos de victoria como si estuvieran levantando la Copa Sudamericana.

El video, que hoy recorre las redes como símbolo de burla, muestra a un Dayro Moreno sonriente, bailando y alentando a los hinchas. En ese momento, nadie lo vio mal: era “conexión con la afición”, “confianza”, “energía positiva”. Hoy, con la eliminación consumada, esas imágenes son prueba del exceso de confianza que les terminó pasando factura.

“Ensillaron el caballo antes de comprarlo”, dicen los hinchas con rabia. Y no les falta razón.

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De la fiesta al llanto: jugadores del Once Caldas tras la eliminación. AFP

 

Del sueño a la pesadilla

El partido empezó con el guion más temido. Apenas a los 27 minutos, Michael Hoyos descontó para Independiente del Valle y apagó buena parte del fervor en las tribunas. El golpe psicológico fue evidente. Once Caldas, confiado en que la serie estaba liquidada, entró desconectado, con más nervios que ideas.

En la segunda parte, el mismo Hoyos marcó el segundo y empató la serie. El Palogrande, que había sido un hervidero de ilusión, se convirtió en un cementerio de silencios.

“Nos confiamos, la verdad nos confiamos”, admitió sin rodeos el técnico Hernán Darío ‘Arriero’ Herrera. “Entramos desconcentrados y ellos nos cobraron”.

La definición desde el punto penal fue el golpe final. Robert Mejía y James Aguirre fallaron sus cobros. El arquero, héroe en tantas ocasiones, erró el sexto penal con un disparo sin dirección. El marcador final: 5-4 a favor de los ecuatorianos. Once Caldas, eliminado.

Once Caldas, de la alegría al ridículo

Las lágrimas en la cancha contrastaban con los cantos de horas antes. Varios jugadores se derrumbaron, incrédulos ante lo que acababa de ocurrir. Pero en el mundo digital, la derrota ya tenía un rostro más doloroso: el de las celebraciones anticipadas.

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Dayro Moreno afectado por la eliminación de su equipo de la Sudamericana. Crédito: AFP

Los videos se multiplicaron en todas las redes. Comentarios como “esto les pasa por confiados”, “se creyeron semifinalistas antes de jugar” y “nunca se gana un partido en el bus”. El festejo que debía unir a equipo y afición terminó como símbolo de soberbia.

Dayro Moreno, visiblemente afectado, fue el primero en ponerle el pecho a la situación, entre lágrimas asumió la responsabilidad:

Esto es un fracaso, la verdad. Nos faltó ser serios desde el primer minuto. Teníamos el marcador a favor y nos confiamos. Le pedimos disculpas a toda la hinchada y a Colombia. Dayro Moreno, jugador de Once Caldas

 

Estadio Palogrande: el precio del exceso de confianza

La eliminación duele, pero el golpe moral es todavía más profundo. Once Caldas no solo perdió una oportunidad dorada de alcanzar las semifinales de un torneo continental después de más de dos décadas: perdió credibilidad, perdió respeto y, sobre todo, perdió la lección básica del fútbol: los partidos no se ganan hasta que se juegan.

“Encontramos un equipo con jerarquía, que ha sido campeón dos veces y de pronto nos confiamos. No desarrollamos todo lo que tenemos”, reconoció Herrera, casi como epitafio de una noche negra.

Los jugadores y el DT rival, se refirieron a la celebración previa en Manizales. Serios y a su estilo, mostrando la jerarquía que reflejaron en la cancha, fueron contundentes al decir: “Somos más serios”. Otra victoria fuera de la cancha.

Se que ellos venían celebrando y al final nosotros hemos estado más serios y nos lo hemos llevado. Javier Rabanal, técnico de Independiente del Valle

Y para rematar, después de ganar en la cancha, los jugadores de Independiente del Valle celebraron la clasificación a semifinales de la Sudamericana, bailando como Dayro Moreno: “Cobraron, dentro y fuera de la cancha”.

Ahora, al “blanco blanco” no le queda otra que mirar hacia la Liga BetPlay, donde marcha en la casilla 14 y necesita sumar casi todo lo que queda para soñar con cuadrangulares. Pero incluso si lo logra, la imagen del bus, los cantos y la fiesta previa lo perseguirá por mucho tiempo.

 

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