Periodista Digital
La increíble historia de Diego Londoño: desaparecido, habitante de calle y ahora famoso tiktoker


En el vertiginoso mundo digital que hoy forma parte de la vida cotidiana, una frase en X, una foto en Instagram, un momento íntimo en Facebook o un clip espontáneo en TikTok puede cambiar el destino de una persona para siempre.
Son incontables los casos. Uno muy famoso es el de Chandler Hallow, quien fue contratado por MrBeast, el youtuber más popular del mundo, como conserje. Sin embargo, un video en el que logra encestar una pelota imposible en un reto de baloncesto lo convirtió en parte del equipo principal del creador de contenido, y hoy goza de reconocimiento global.
Hace un par de semanas, en una tienda de ropa del centro de Machala, en Ecuador, Diego Londoño, un colombiano que según su familia llevaba dos años desaparecido, se convirtió en una nueva figura digital.
El clip mostraba a Ammy Solano, una influencer local, grabándose frente a un espejo. Lo que no notó hasta que vio el video fue la aparición de un hombre espontáneo que, desde fuera del negocio, regaló una sonrisa genuina y desinteresada.
El video se volvió viral, lleva más de 66 millones de reproducciones. Miles de personas lo comentaban y compartían, señalando su parecido con un famoso actor ecuatoriano y lanzando bromas como: “Lo baño y me lo quedo”. Sin embargo, todo cambió cuando una mujer comentó que el sonriente desconocido era su hermano, a quien llevaban dos años buscando, y que sufría de pérdida de memoria.
Yo quería hacer un video del nuevo pantalón Elisa de Rafaela Ecuador pero Dios tenía otros planes…
Siguiendo el rastro de Diego Londoño
Aunque la influencer respondió de inmediato y se puso a disposición para ayudar a encontrarlo, no sabía dónde estaba. Ella solo grabó y publicó el video. Pidieron pistas y ayuda a la gente para hallarlo, pero no era fácil: Diego no aparecía por las calles de Machala.
Días después ocurrió otro “milagro digital”: apareció en Perú. Un pastor de una iglesia cristiana le estaba dando la bendición y elevando una oración por él. Y parece que Dios lo escuchó. Diego fue localizado, y las autoridades migratorias de Colombia y Perú —contactadas por su familia— comenzaron a actuar.
Fue llevado a una estación de policía en Chiclayo, y Ammy, la influencer que lo descubrió, viajó en helicóptero para encontrarlo y ayudar en lo necesario para su regreso a Colombia. Pero como toda buena historia, las cosas no fueron tan simples. Un giro radical le dio otra dirección a todo.
Diego no estaba desaparecido. Bueno, sí de su familia, pero no fue víctima de secuestro ni perdió el rumbo por su pérdida de memoria: irse sin decirle a nadie fue su decisión. Desde la estación de policía tuvo una videollamada con sus familiares, les contó sobre su vida y manifestó su intención de no regresar.
“Doña Judith, Martha… Yo estoy bien, viajando, explorando mi vida. Estoy bien, técnicamente bien. Para estar bien no necesitas ser feliz con todos, necesitas estar bien contigo mismo. Y viajar, para mí, es lo que me hace ser yo mismo”, dijo.
El guion de su vida era el de un hombre libre que quería viajar, escribir un libro y vivir de lo que pudiera: trabajar de todero, tocar la flauta, vender manillas o simplemente sonreírle a las personas.
Su nueva vida
En Perú, la policía no podía seguir reteniéndolo, su familia no logró convencerlo de volver y Ammy no tenía ninguna relación legal con él. Fue liberado y volvió a su mundo: andar, cantar, escribir, hablar con desconocidos y viajar.
Pero no era una vida fácil. La mayoría del tiempo dormía en la calle; su ropa y aspecto desgastado evidenciaban la dureza de ser un vagamundo y una alteración psicológica que lo acompaña, aunque no representa peligro alguno para los demás.
Todo lo ocurrido fue documentado en redes sociales. La gente seguía con entusiasmo cada actualización, hasta que en su camino por Chiclayo se cruzó con una madre y su hija que se conmovieron con su historia y lo adoptaron.
Literalmente lo adoptaron: lo llevaron a la peluquería, le compraron ropa, le ofrecieron una habitación y le dieron desayuno, almuerzo y cena. La vida de Diego cambió. Ya era reconocido donde iba: le invitaban comida, le pedían fotos, le hacían videos y le daban trabajo.
“Gracias a mis dos angelitos que están acá, de verdad gracias”, fueron sus palabras en el primer video que publicó junto a las mujeres que lo acogieron y que le dieron la idea de crear una cuenta de TikTok para mostrar sus aventuras y reflexiones sobre la vida.
Llegó el día de suerte. ✨ Diego está muy bien y listo para seguir caminando por el mundo.
El reencuentro con Ammy
El pasado miércoles 8 de octubre, Diego cumplió una promesa: regresó a Machala, a la tienda de ropa donde todo comenzó, y se reencontró con la influencer que lo lanzó a la fama.
Recrearon la escena inicial, pero esta vez con un hombre de cabello y barba arreglados. Se tomaron una foto abrazados. La imagen ya supera las 800 mil vistas y más de 60 mil “me gusta”. Aunque muchos en redes sociales insisten en que no es la misma persona, la realidad es que la amistad entre ambos parece destinada a perdurar.
Diego continúa con su vida de viajero y mochilero, pero ahora con una nueva compañera: su cuenta de TikTok, donde ya acumula 31 mil seguidores, 151 mil “me gusta” y cerca de 2,5 millones de vistas. Todo un tiktoker.
“So, muy buenos días, de nuevo Londoño”, dice al iniciar algunos de sus videos. Si quiere seguir su historia, solo busque en TikTok: @diego.londoo.ofic.
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