Periodista Digital
Balance del Mundial de Clubes 2025: ¿Fiesta global o espejismo millonario?


Se apagan las luces, se baja el telón y la gran fiesta del nuevo Mundial de Clubes de la FIFA llega a su fin. Durante cuatro semanas, el torneo más ambicioso a nivel de clubes jamás organizado desplegó un espectáculo técnico y logístico sin precedentes en suelo estadounidense. Pero cuando cae el confeti y se mira con atención el saldo final, hay una pregunta que resuena con fuerza: ¿fue un éxito o un fracaso?
La respuesta, como suele ocurrir en el fútbol moderno, depende desde qué tribuna se mire. Porque si se trata de cifras, infraestructura y despliegue global, el torneo cumple, o al menos se acerca. Pero si hablamos de competitividad, interés genuino del público y equidad entre regiones, el Mundial de Clubes 2025 desnuda las brechas abismales del fútbol actual y confirma una verdad incómoda: el que paga, manda.
Jugadores participantes del Mundial de Clubes Crédito: Instagram: @FIFA
Un escenario deslumbrante... pero con asientos vacíos
La FIFA no escatimó en recursos. Estadios enormes, cámaras sobre árbitros, transmisiones en HD gratuitas, una fase de grupos vibrante con 144 goles en 48 partidos (promedio de 3 por encuentro) y 72 nacionalidades representadas. La promesa era unir al mundo a través del balón. Y en parte, lo logró: los 32 equipos marcaron al menos un gol, clubes de cinco confederaciones ganaron partidos, y la diversidad cultural estuvo a la orden del día.
Equipos que disputaron el Mundial de Clubes Instagram: @FIFA
Sin embargo, los números también reflejan una realidad que la parafernalia no puede maquillar. Apenas el 59 % de ocupación promedio en los estadios, con una media de 34.746 personas por partido. El contraste es brutal: el PSG vs. Atlético de Madrid en Los Ángeles atrajo a más de 80.000 aficionados, mientras que el Benfica vs. Auckland City apenas congregó a 6.000 personas. ¿La razón? El fútbol sigue sin conquistar del todo el corazón estadounidense, y ni la rebaja de entradas a precios irrisorios (como los 22 dólares para una semifinal entre Fluminense y Chelsea) logró llenar las gradas.
Un Mundial para millonarios: el negocio detrás del balón
Detrás del show futbolístico y la promesa de globalización, el Mundial de Clubes 2025 también confirma que se ha convertido en un evento de élite financiera.
La FIFA repartió 1.000 millones de dólares entre los 32 equipos participantes, el mayor monto jamás destinado a una competencia internacional de clubes. El campeón podrá llevarse hasta 125 millones de dólares, una cifra astronómica para un torneo de apenas siete partidos.
El desglose revela una estructura desigual:
Los clubes europeos pueden recibir entre 12,8 y 38,1 millones solo por participar
Los sudamericanos obtienen 15,2 millones
Los representantes de África, Asia y Concacaf no superan los 9,55 millones.
Oceanía, directamente, recibe apenas 3,58 millones de dólares.
A esto se suman premios por rendimiento deportivo:
2 millones por victoria, 7,5 por pasar a octavos, 40 millones para el campeón que refuerzan la tendencia: ganar vale oro, pero competir desde fuera del centro del poder es casi simbólico.
Aunque la FIFA promete que todos los ingresos se reinvertirán en el fútbol de clubes y que destinarán 250 millones de dólares a pagos de solidaridad, el nuevo modelo confirma que el Mundial de Clubes es, ante todo, un producto de la economía global.
Take a bow, Jhon Arias. 🎯#FIFACWC pic.twitter.com/Ayplnotxdu
Europa mandó y Sudamérica resistió
El punto más crítico del balance tiene nombre y apellido: el dominio absoluto de Europa. De los 16 clasificados a octavos, nueve son europeos. La brecha con Sudamérica es cada vez más evidente, no solo en lo táctico o físico, sino en lo económico: el campeón europeo se embolsará 150 millones de dólares en premios. ¿Cómo competir desde el sur cuando en el norte se compran planteles enteros con una transferencia?
Viejas gestas intercontinentales que marcaron generaciones hoy solo sobreviven como efemérides nostálgicas.
“Es la economía”, dirían en la tierra de la libertad. El fútbol ya no se juega solo con talento: se juega con billetera.
Fútbol sí, épica no
El torneo ofreció espectáculo. Goleadas inolvidables (como el 10-0 del Bayern al Auckland City), partidos llenos de goles (como el 4-3 del Dortmund al Mamelodi Sundowns, y actuaciones individuales destacadas como las de Michael Olise, Ángel Di María, Jamal Musiala o Kenan Yildiz, máximos anotadores con tres tantos. Brasil volvió a ser la nación más goleadora (18), seguida por Argentina (17), y ambas dominaron en presencia: 91 y 73 jugadores respectivamente.
Pero faltó lo que no se puede comprar: la épica. La sensación de que cualquier cosa puede pasar. El “David contra Goliat” que alguna vez definió la mística de los enfrentamientos entre Sudamérica y Europa hoy parece un cuento para niños. Los partidos más desequilibrados fueron precisamente los que confirmaron la lógica del ranking FIFA.
¿Éxito o fracaso?
El Mundial de Clubes 2025 fue un éxito operativo, un show global y una vitrina de lujo para los grandes del norte. Pero también fue un espejo que reflejó, sin maquillaje, las profundas desigualdades del fútbol mundial.
La FIFA logró lo que quería: un torneo funcional, con presencia planetaria y un calendario atractivo. Pero no logró lo que necesita: generar emoción genuina, paridad real y una conexión emocional duradera con el público.
La fiesta fue lujosa, sí. Pero en la pista siguen bailando los de siempre: los que llegaron en carro último modelo, perfumados y con la billetera llena. Para el resto, queda mirar desde la barra… esperando que algún día, el fútbol vuelva a ser también de los que lo juegan con el alma.
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