Periodista Digital
Murió Fabio Castillo: la historia del periodista que enfrentó a los capos de Colombia


Había algo de fósforo en sus pasos: un andar que prendía luz sin que él la buscara. Fabio Castillo murió este martes 28 de octubre, y con su partida se apaga un faro que iluminó, durante décadas, los vericuetos más oscuros del poder criminal colombiano. No fue un periodista que buscó la cámara; fue un hombre que prefirió el papel, la hoja, la prueba documental que desnuda a los poderosos. Llegó a El Espectador en septiembre de 1979, con 20 años y ya un premio Simón Bolívar en la solapa; aquel joven de El Nuevo Siglo traía la curiosidad del judicialista y la paciencia del archivista.
Desde entonces su pluma fue una lupa que no tembló. En 1983, junto con Luis de Castro y la dirección del periódico, encontró y publicó en facsímil, la evidencia de que el representante a la Cámara Pablo Escobar Gaviria había estado preso. Fue una publicación que no sólo molestó, sino que empujó al medio a una confrontación frontal con la mafia. El diario dio la cara cuando pocos lo hacían; Castillo puso la prueba por delante de la frase grandilocuente. Ese rasgo lo singularizó: privilegió la verificación sobre la instantánea, la documentación sobre la anécdota.

Falleció Fabio Castillo, el periodista que le puso nombre a la mafia. Crédito: Alerta Crónica
‘El oficio de no callarse’
El 17 de diciembre de 1986, cuando Guillermo Cano fue asesinado, algo se quebró en la tranquilidad de las redacciones. La violencia reclamó a quien encarnaba la resistencia institucional, y Castillo, que había sido su mano derecha, quedó marcado por la lealtad y la prudencia. Publicó ‘Los jinetes de la cocaína’ en 1987, una investigación que descorrió cortinas sobre sociedades, testaferros y engranajes del cartel de Cali, y que dedicó a Cano. El libro encendió alarmas; encendió también, según las propias palabras de Castillo, la orden de muerte de alguien que no perdona la exposición: “Hij… te voy a matar”, le advirtió Escobar por teléfono.
Lo que vino después fue una odisea: vivir escondido en barrios de tolerancia, exiliarse con identidades prestadas en Quito, Miami, Madrid, París. Y, sin embargo, ni la clandestinidad ni el exilio anularon su compromiso con la reportería. Regresó tras la muerte de Escobar en diciembre de 1993 y continuó su labor. Hasta 2016 permaneció en El Espectador, escribió la columna “Palabra más, palabra menos” y siguió decodificando redes criminales y sus vínculos con el poder económico y la misma institucionalidad que debió controlarlos. Fue editor de investigaciones en La Revista y, en octubre de 2020, creó El Diario Alternativo, un proyecto que definió como la búsqueda de “la verdad en su contexto” a través de investigación, documentación y gestión de datos.
A propósito de la muerte hace unas horas del periodista Fabio Castillo, en el capítulo 3 de Los Jinetes de la Cocaína, con el título "Nacen las Familias", se puede leer este fragmento sobre Alberto Uribe Sierra, padre del ex presidente Uribe: pic.twitter.com/EYcxtZ0ver
Castillo no era hombre de fotografías, ni de micrófonos. Por decisión propia, evitó el protagonismo. Prefería que la evidencia hablara y que las historias quedaran firmes en documentos que nadie pudiera matar. Esa forma de operar lo volvió ambiguo para quienes buscan titulares fáciles: era discreto, esquivo con su vida personal y feroz con la verdad.
En mayo de 2023, durante la Feria del Libro de Bogotá, volvió a aparecer en escena para hablar con María Jimena Duzán sobre los 100 años del natalicio de Guillermo Cano. Allí evocó los tiempos en los que formó el equipo de investigación de El Espectador y recordó las pesquisas sobre el Clan Ochoa, los Rodríguez Orejuela, Pablo Escobar y Carlos Lehder. “Yo nunca firmaba, siempre figuraba como ‘informe especial El Espectador’”, contó. No buscaba la firma; buscaba el impacto.

Pablo Escobar le puso precio a la cabeza de Castillo en 1987. Crédito: Colprensa
Su legado, sin ser rimbombante, fue rotundo: demostró que el periodismo puede ser una herramienta de Estado civil, que la verdad documentada es imbatible y que la investigación rigurosa puede colocar nombres y estructuras donde antes sólo había rumores e impunidad. Con “Los jinetes de la cocaína” cambió no sólo el rumbo de una carrera, sino las posibilidades del oficio en Colombia: el periodismo investigativo dejó de ser un lujo y se convirtió en una urgencia cívica.
Fabio Castillo se fue sin ostentar. Se fue como vivió: con pruebas en la maleta, con la convicción de que contar con rigor es, al final, un acto de defensa pública. En su ausencia, lo que queda es la enseñanza para quienes vienen: si las balas buscan silenciar la verdad, la respuesta es más verdad, mejor documentada. Y así, entre papeles que jamás podrán quemarse del todo, Castillo sigue hablando.
¿Quién fue Fabio Castillo?
Fabio Castillo fue un periodista, escritor e investigador colombiano, especializado en periodismo judicial e investigativo. Inició su carrera en El Nuevo Siglo, ganó un premio Simón Bolívar a los 20 años y entró a El Espectador en septiembre de 1979. Se convirtió en pieza clave de la línea investigativa del diario, fue mano derecha de Guillermo Cano y trabajó allí por más de 37 años hasta 2016. Autor de “Los jinetes de la cocaína” (1987), expuso las redes y testaferros del narcotráfico y sufrió amenazas que lo llevaron al exilio. Regresó a Colombia tras la muerte de Pablo Escobar (diciembre de 1993) y continuó investigando carteles y paramilitares. Fue editor de investigaciones en La Revista y fundó El Diario Alternativo en octubre de 2020. Su método: verificación documental, múltiples fuentes y discreción personal.
Fabio Castillo (DEP), periodista que desveló los secretos de la mafia en: Los Jinetes de la Cocaína, donde figura Alvaraco y su papá el narco, entre otros peligrosos jefes de la mafia, empresarios, testaferros y su círculo de poder. Atesoro con orgullo esta joya del periodismo. pic.twitter.com/8LtEZbMY8y
Legado para Colombia
Un estándar de evidencia: Castillo demostró que las pruebas documentales y la verificación plural son la mejor defensa contra la impunidad.
Una escuela de investigación: Conformó equipos y metodologías que hoy son referentes en redacciones colombianas; su acto de “no firmar” colectivizó la investigación.
Testimonio histórico: Obras como Los jinetes de la cocaína son documentos fundamentales para entender la estructura y alcance del narcotráfico en Colombia.
Coraje profesional: Su vida, entre amenazas, clandestinidad y exilio, es ejemplo de la vocación periodística puesta al servicio del interés público.
Una estirpe cívica: Su insistencia en que “contar la verdad es un acto cívico” legó una visión ética del oficio que las nuevas promociones de periodistas pueden recuperar.
El legendario periodista Fabio Castillo murió ayer. Esta entrevista que le hizo María Isabel Naranjo es una pieza memorable que ojalá se lea en las facultades de comunicación. Paz en la tumba del reportero sin rostro. ⛓️💥https://t.co/2zXSBw2KrD pic.twitter.com/CFIaurw0ZO
Su legado no es sólo de información: es una invitación a sostener la investigación rigurosa como pilar de la democracia colombiana. Paz en su tumba.
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