Periodista Digital
¿Desafió no solo la gravedad, sino también la seguridad pública del metro de Bogotá, una obra de interés colectivo?


El amanecer del centro de Bogotá traía consigo el ruido habitual: buses que circulan por la Avenida Caracas, vendedores madrugadores y el eco metálico de una obra que promete transformar la ciudad. Pero lo extraordinario no fue el avance de la Línea 1 del metro, sino la temeridad de dos jóvenes que, como sombras invisibles, burlaron la seguridad y subieron hasta lo más alto de la estructura. Allí, a unos 35 metros de altura, equivalente a un edificio de diez pisos, caminaron como si el vacío bajo sus pies fuera un simple detalle.
Uno de ellos no era un desconocido. Se trataba de Julián Cruz, practicante de parkour con más de 15 años de trayectoria, conocido en redes como el “Spiderman colombiano”. Su fama se forjó entre saltos sobre buses de TransMilenio en movimiento, acrobacias desde puentes vehiculares y arriesgadas piruetas en estructuras urbanas. Pero esta vez, su escenario no fue cualquier rincón de la ciudad: fue la megaobra más vigilada, costosa y esperada de la capital.
Héroe urbano que divide opiniones. Crédito - Captura de pantalla IG: @julianpks
Las imágenes del acto, difundidas en video, mostraron lo que a primera vista parece un espectáculo de destreza: dos siluetas avanzando sobre vigas metálicas que aún no sostienen tren alguno. Sin arnés, sin casco, sin permiso, sin margen de error. Bastaba un resbalón para convertir la hazaña en noticia de tragedia.
No es película, pasó en #Bogotá: dos jóvenes, entre ellos el “Spiderman colombiano”, caminaron sobre las vigas de las obras del metro. La imprudencia que pudo terminar en tragedia y que hoy cuestiona la seguridad de la megaobra.
📸: Instagram: julianpks pic.twitter.com/YjNJV2IgzK
El héroe urbano que divide opiniones
En redes sociales, Cruz ha cultivado una identidad a medio camino entre atleta y temerario. Para algunos, es un artista urbano que desafía la monotonía de la ciudad con su destreza física; para otros, un irresponsable que pone en riesgo su vida y la de terceros por unos segundos de viralidad.
Los comentarios tras la publicación del video fueron demoledores: “En las alturas no hay segundas oportunidades”, escribió un internauta. Otro, más indignado, aseguró: “Esto no es valentía, es un ejemplo tóxico para los jóvenes que creen que todo vale por un like”.
Y es que la polémica va más allá del acto individual. El “Spiderman colombiano” arrastra consigo una legión de seguidores que ven en él un referente de adrenalina y libertad. La pregunta es inevitable: ¿Qué mensaje deja cuando decide desafiar, no solo la gravedad, sino también la seguridad pública en una obra de interés colectivo?
El riesgo del “Spiderman colombiano” en el metro de Bogotá. Crédito - Captura de pantalla IG: @julianpks
La fragilidad de la seguridad en la megaobra
El episodio puso en entredicho la capacidad de vigilancia del proyecto de infraestructura más grande en la historia de Bogotá. ¿Cómo es posible que dos jóvenes hayan burlado los cerramientos y escalado hasta el punto más alto de la viga lanzadora, sin que nadie lo advirtiera a tiempo?
La Empresa Metro de Bogotá reaccionó: rechazó el hecho, advirtió que se solicitó al concesionario reforzar los controles de acceso y recordó que solo el personal autorizado puede ingresar a los frentes de obra.
Comunicado de rechazo de la empresa Metro de Bogotá. Crédito - X: @MetroBogota
El Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), por su parte, fue más allá: calificó el acto como una falta de cultura ciudadana y un riesgo no solo para los protagonistas, sino también para quienes trabajan en la construcción.
El Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), rechazó el acto. Crédito - X: @idubogota
Pero las declaraciones dejaron un sabor agridulce. Para muchos bogotanos, la facilidad con que se vulneró la seguridad expone una vulnerabilidad preocupante: si dos jóvenes pudieron acceder, ¿qué impediría un acto de vandalismo o incluso un accidente mayor con terceros? La polémica ya no se centra únicamente en la imprudencia de los protagonistas, sino en la responsabilidad de las entidades encargadas.
El culto al riesgo en tiempos de redes sociales
La acción de Cruz y su compañero no se entiende sin mirar el contexto digital. En una época donde el reconocimiento se mide en reproducciones y “me gusta”, la frontera entre el entretenimiento y la imprudencia se vuelve difusa.
El parkour, nacido como disciplina atlética para desafiar los límites del cuerpo en entornos urbanos, tiene reglas claras: preparación física, cálculo del riesgo y respeto por la seguridad. Sin embargo, en el universo de los videos virales, esas reglas suelen ceder ante el espectáculo. Lo que para la comunidad parkour puede ser disciplina, para la audiencia digital se convierte en “contenido extremo”.
Aquí aparece una arista crucial: los jóvenes que consumen este tipo de material pueden ver en actos como el de Cruz un modelo a seguir. Y la imitación, en un contexto sin entrenamiento ni condiciones adecuadas, puede ser mortal.
Hasta ahora, ni la Alcaldía ni la Policía han anunciado sanciones contra los involucrados. Y es ahí donde se abre otro debate: ¿qué consecuencias deben enfrentar quienes irrumpen en obras de alto riesgo? En otros países, actos similares pueden derivar en multas cuantiosas o incluso en procesos judiciales por poner en peligro una infraestructura pública.
En Colombia, el vacío legal deja las decisiones en manos de las entidades administrativas, que por lo general se limitan a rechazar los hechos y a reforzar la vigilancia. El problema es que ese “rechazo simbólico” rara vez disuade a quienes buscan notoriedad a cualquier costo.
Una lección que no debería olvidarse
La escena de Cruz y su compañero en las vigas del metro pasará a la historia como uno de esos momentos virales que dividen opiniones. Para unos, fue la proeza de un atleta urbano; para otros, la muestra de hasta dónde llega la inconsciencia humana.
Pero más allá de la anécdota, el episodio deja preguntas incómodas:
¿Qué responsabilidad tienen las plataformas digitales al amplificar este tipo de conductas?
¿Dónde trazamos la línea entre la libertad individual y el deber colectivo de cuidar lo público?
¿Qué precio está pagando Bogotá por no tomar con suficiente rigor la seguridad de su proyecto estrella?
El “Spiderman colombiano” logró lo que buscaba: visibilidad. Pero el riesgo que asumió no puede convertirse en ejemplo ni en espectáculo. La ciudad no puede permitirse que su primera Línea de Metro sea escenario de imprudencias que rozan la tragedia.
La lección, aunque amarga, es clara: la adrenalina dura unos segundos, pero la vida no ofrece segundas oportunidades.
Le puede interesar:
En video quedó evidenciado vehículo del Inpec utilizado como ruta escolar
Actualidad

Cierre de eTicket: ¿Qué pasará con sus boletos para conciertos en Colombia?
Por Nathalia Villamil

Aumentan tutelas contra secretarías de tránsito en Colombia
Por Iván Mauricio Beltrán Acuña

Descuadres e ineficiencias, los hallazgos de la Contraloría en el presupuesto nacional
Por Angélica Gómez

¿Reforma a la Ley Habeas Data? Los cambios que propone el Gobierno Petro
Por Nathalia Villamil
Resumen semanal

Acabó con la vida de su novia días después de haberle pedido matrimonio
Por Ana Sofía Boshell Cortés

¿La Vuelta en riesgo? Tenso episodio con protesta pro-Palestina contra Israel
Por Heidy Johana Palacio Sánchez

Trump busca extender la presencia de la Guardia Nacional más allá de Washington
Por Carlos Grosso

No hay plata para tanto: así se ahorrarían $ 1,2 billones en subsidios de energía
Por Angélica Gómez