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12 de diciembre de 2025
Actualizado 1 de diciembre de 2025 - 10:51 a. m.

La vida fulgurante del autor de La vorágine: revolución literaria, activismo y misterio en Nueva York

El escritor de La vorágine, José Eustasio Rivera, falleció en New York hace 97 años, el primero de diciembre de 1928.

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José Eustasio Rivera falleció a los 40 años. Crédito: Colprensa

José Eustasio Rivera es uno de los nombres destacados de la literatura colombiana. Autor de La vorágine, novela que transformó para siempre la representación de la selva latinoamericana y denunció con crudeza los abusos de la fiebre cauchera, Rivera fue también poeta, abogado, diplomático, periodista y un referente político e intelectual de la década de 1920.

Su obra y su figura, envueltas en viajes, polémicas, enfermedades, activismo y un trabajo literario de enorme disciplina, han convertido su legado en un punto imprescindible para comprender no sólo la literatura, sino también la historia social, territorial y política del país.

Orígenes y primeros años: un niño entre fincas, libros y guerras

Rivera nació el 19 de febrero de 1888 en el caserío de Aguascalientes, en el departamento del Huila, en una época atravesada por profundas tensiones políticas. Su infancia transcurrió entre la finca familiar “La Esmeralda”, las primeras lecturas guiadas por su madre, Catalina Salas, y un país convulsionado por la Regeneración conservadora y las guerras civiles de finales del siglo XIX.

Estudió en el tradicional colegio Santa Librada de Neiva, aunque sus frecuentes travesuras y su carácter rebelde marcaron sus primeros pasos académicos. Entre expulsiones y traslados, creció leyendo poesía romántica y modernista, mientras ayudaba a su padre en labores del campo.

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La vorágine fue la novela que llevó a la cumbre de la escritura a José Eustasio Rivera. Colprensa

Formación en Bogotá y nacimiento del escritor

A los 18 años obtuvo una beca para estudiar en la Escuela Normal de Bogotá, donde consolidó su talento literario. Allí escribió sus primeros poemas, improvisó décimas y entró en contacto con figuras determinantes del ambiente intelectual.

Su obra temprana, publicada en periódicos y revistas de la época, reflejaba un mundo poético influido por el romanticismo, el modernismo y la naturaleza que lo había rodeado desde niño. En 1908 obtuvo reconocimientos en los Juegos Florales, preludio del amplio reconocimiento que lograría años después.

Rivera vivió también la turbulencia política del país: participó en protestas contra el presidente Rafael Reyes y fue encarcelado brevemente. Regresó a Neiva, trabajó como inspector escolar y siguió escribiendo mientras enfrentaba pérdidas personales como la muerte de su hermana Inés.

Los llanos y la Amazonia: el territorio que moldeó su obra

Una amistad clave, la del exjefe militar amazónico Custodio Morales, le abrió las puertas a las historias del caucho, los abusos de la Casa Arana y la violencia que devoraba a indígenas y caucheros en el sur del país. Aquellos relatos marcaron profundamente al joven autor.

En 1916 viajó por primera vez a los llanos orientales. Más tarde, como abogado de hacendados en Casanare, vivió temporadas en Orocué y Sogamoso, donde escuchó testimonios —como el de Luis Franco Zapata— que luego inspirarían personajes y episodios decisivos de La vorágine.

Esa exploración del territorio, sumada a su interés por el teatro, la poesía y la política, lo llevaron a publicar en 1921 su primer libro: Tierra de promisión, un poemario de sonetos que ya anunciaba su visión épica y su denuncia social.

La escritura de La vorágine: viaje, enfermedad, política y literatura

En 1922 fue nombrado secretario abogado de la Comisión Limítrofe Colombo-Venezolana. Durante ese recorrido por el Orinoco, Yavita y San Fernando de Atabapo, Rivera escribió buena parte de La vorágine, una novela que fusionó poesía, aventura y una denuncia frontal del horror cauchero.

Enfermo de paludismo y decepcionado por el abandono estatal en las fronteras, volvió al país y continuó el manuscrito. Finalmente, la novela se publicó en 1924 y se convirtió en un éxito inmediato.

La vorágine revolucionó la literatura colombiana y latinoamericana: narraba la selva como una fuerza viva, trágica y devoradora, y exponía crímenes silenciados por gobiernos y empresas.

Intelectual público, denunciante y diplomático

Tras la publicación, Rivera se convirtió en un influyente crítico del poder. Desde las páginas de El Nuevo Tiempo, denunció irregularidades en la contratación del oleoducto Cartagena–Barrancabermeja, provocando un escándalo político de alcance nacional.

En 1928 representó a Colombia en el Congreso de Inmigración en Cuba y posteriormente viajó a Nueva York, donde fundó la editorial Andes y supervisó la traducción de La vorágine al inglés. También impulsó sin éxito un proyecto para llevar la novela al cine.

Muerte en Nueva York y legado

El 1 de diciembre de 1928, a los 40 años, José Eustasio Rivera murió en circunstancias aún discutidas, aunque oficialmente por complicaciones cardíacas. Sus restos llegaron a Bogotá el 9 de enero de 1929 y reposan en el Cementerio Central.

Su obra, sin embargo, sigue viva. La vorágine continúa siendo una de las novelas latinoamericanas más leídas, estudiadas y reeditadas, y su figura, la de un escritor que convirtió la selva en un grito contra la injusticia, permanece como referencia obligada para la literatura y la historia colombiana.


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