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18 de agosto de 2025
Actualizado 31 de julio de 2025 - 7:38 p. m.

La pelea por los fundamentales de la economía colombiana: Banrep versus MinHacienda

Una serie de trinos y la declaración del ministro de Hacienda desde el edificio del mismo Banco de la República hacen parte de la nueva pelea.

Angélica Gómez

Periodista Digital

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Ministro de Hacienda y gerente General del Banco de la República en rueda de prensaCrédito: Banco de la República

Este jueves la Junta Directiva del Banco de la República decidió, por mayoría, mantener estables las tasas de interés. Su principal argumento en esta oportunidad fue uno que ha repetido insistentemente: la cautela ante una inflación que sigue por encima de la meta. 

Pero la expectativa del gobierno, como el presidente y su gabinete también lo han dicho varias veces, es que las tasas de interés bajen más y con mayor aceleración. Durante la rueda de prensa de julio, el ministro Germán Ávila fue más directo: “debo expresar el desacuerdo e incomodidad del gobierno por la decisión que tomó hoy la mayoría de la Junta Directiva”. 

A la declaración del ministro de Hacienda le siguieron publicaciones en redes sociales del presidente de la república, Gustavo Petro, y de su jefe de despacho, Alfredo Saade. Ambos acusaron al Banco de la República, una entidad de más de cien años, de operar con fines electorales y el expastor cristiano fue un paso más allá: dijo que los colombianos “no tienen la cultura suficiente” para entender este debate. 

¿Por qué la distancia entre el gobierno y el Banco de la República? 

Al expresidente Álvaro Uribe Vélez tampoco le gustaba el Banrepública cuando no movía las tasas de interés como él quería para darle más dinamismo a la economía colombiana, es decir, para que los colombianos se endeudaran y gastaran con más facilidad. 

Al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tampoco le gusta que la Reserva Federal mantenga estables las tasas de interés. Incluso ha insinuado que quiere un cambio del presidente del banco central de su país, que hoy es Jerome Powell.

En este tema, los extremos se parecen. Tanto al expresidente colombiano como a los actuales mandatarios de Colombia y de Estados Unidos les parece que el banco central de su respectivo país debería ayudarles un poco más para entregar mejores resultados económicos. Eso, en este caso, significa bajar con mayor agilidad las tasas de interés. 

Gustavo Petro, igual que su homólogo, argumenta que la inflación ya ha bajado mucho más que la tasa de interés y que, de hecho, la tasa de interés real de la economía, es decir, el interés que pagan los colombianos por sus créditos sin tener en cuenta la inflación, todavía es alto. Eso impide que más personas se endeuden o usen con intensidad su tarjeta de crédito para comprar todo tipo de bienes y servicios, lo que a su vez debería generar más empleo y más demanda, para completar el círculo.

Por su parte, el Banco de la República argumenta que los datos de la economía muestran que está “ganando dinamismo”, una forma de decir que cada vez crece más y por lo tanto tendrá un mejor desempeño que el año pasado, con todo y que las tasas de interés siguen altas. 

En contraste, a la inflación le ha costado más trabajo esta ‘última milla’ para volver al rango meta que tiene el país: un 3 % en el mediano plazo, con un rango de confianza de entre 2 % y 4 %. 

Los expertos advierten que, además, el gasto acelerado del gobierno y un mayor endeudamiento, ambos factores del incremento del costo de endeudamiento para el país, se convierten en un riesgo más para que la inflación suba si se relaja rápido la tasa de interés. 

En palabras del Banco de la República, hay que escoger entre dos dolores: uno temporal de tener las tasas de interés altas hasta que la inflación vuelva a su rango meta, y uno de un mayor ritmo en el incremento del costo de vida que afecta especialmente a los más pobres. 

Credibilidad bajo fuego

El Banco de la República tiene un activo que es importante para todo el país: su credibilidad. De ella depende que la inflación realmente baje o que se mantenga relativamente estable cuando el emisor dice que será así. Cuando eso sucede, la economía puede crecer más y mejor pues los planes de inversión, y hasta de endeudamiento, se cumplen con mayor certeza, es decir, podemos apostarle al futuro con relativa tranquilidad.

Pero cuando el presidente de la república dice que el emisor no quiere bajar las tasas de interés porque tiene otros intereses que no son el adecuado desempeño de la economía nacional, esa credibilidad es como un muro que va recibiendo golpes de piedras, con el tiempo se va debilitando. 

En esta oportunidad, el mandatario hizo una acusación más directa contra el Banrepública: “quiere acabar la economía colombiana porque apuesta electoralmente”.

 Detrás del presidente trinaron partidarios y seguidores de sus políticas con todo tipo de comentarios contra una entidad creada hace más de 100 años y a la que la Constitución Política de 1991 le dio una Junta Directiva independiente del gobierno, para evitar que los intereses políticos temporales en el tiempo afectaran los intereses a largo plazo y más permanentes de la economía colombiana. 

Hasta el expastor cristiano Alfredo Saade, que hoy dirige el despacho presidencial y promueve la reelección de Gustavo Petro hizo una publicación contra el Banco de la República. En su concepto, el emisor “es enemigo del pueblo” porque no baja las tasas de interés para que más gente se endeude.

Y termina su publicación con una sentencia: “El presidente tiene enemigos que no dejan que el pueblo se beneficie de su gobierno, por eso en el 26 hay que mantener la línea firme”. 

En la orilla contraria están quienes advierten que los trinos del presidente y su gabinete minan una confianza que es importante para el desempeño económico del país. Esa importancia fue uno de los argumentos principales para darle la independencia al Banco de la República hace 34 años. 

En Colombia los gobiernos son temporales, duran cuatro años, pero el desempeño económico y su impacto en temas como la pobreza y la calidad de vida de los colombianos es un poco más permanente, puede durar décadas. En épocas electorales, mantener la vista en el largo plazo es importante para endeudarse, para invertir, pero también para confiar en las instituciones.

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