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2 de octubre de 2025
Actualizado 2 de octubre de 2025 - 1:37 p. m.

El Campín, entre la música y el fútbol: lesiones, críticas y partidos aplazados

El uso intensivo para conciertos, eventos religiosos e incluso bodas, revive el debate sobre el rol del estadio más emblemático de Bogotá.

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Conciertos, ponen en vilo el futuro del fútbol en El Campín.Crédito: Move Concerts Colombia

En la memoria colectiva de Bogotá, hay pocas imágenes tan poderosas como la del estadio Nemesio Camacho El Campín colmado de camisetas azules y rojas, banderas ondeando al viento frío de la sabana, cánticos que retumban entre las tribunas y abrazos que unen generaciones. Desde la década de 1940, el recinto ha sido mucho más que un escenario deportivo: ha sido testigo de triunfos históricos, refugio de pasiones y epicentro de identidades políticas, sociales y culturales.

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El Campín: testigo de triunfos históricos en el fútbol. Crédito: Alcaldía de Bogotá

Millonarios e Independiente Santa Fe no son simplemente dos clubes: representan barrios, familias, memorias. Para muchos bogotanos, ir al estadio cada ocho o quince días es un ritual heredado, un espacio de catarsis y pertenencia. Sin embargo, en los últimos años, y particularmente desde 2024, ese templo ha comenzado a transformarse. Y no precisamente en la dirección que muchos soñaban.

La irrupción del negocio del entretenimiento ha cambiado la dinámica de El Campín. Lo que antes era, sobre todo, un escenario de fútbol, hoy es también una plataforma para conciertos multitudinarios, eventos religiosos e incluso celebraciones privadas. Esa convivencia no ha sido sencilla: detrás de cada show hay partidos aplazados, lesiones preocupantes, quejas constantes y un debate que toca fibras profundas sobre el rol que debe cumplir el principal estadio de la capital.

El entretenimiento cambió la dinámica de El Campín.

El entretenimiento cambió la dinámica de El Campín. Crédito: Alcaldía de Bogotá

Sencia, el dueño del tablero

En 2024, la llegada del grupo Sencia, empresa responsable de administrar El Campín, marcó un antes y un después. Su misión: modernizar el estadio y, de paso, maximizar sus ingresos. Junto con el proyecto del nuevo escenario, que promete convertirse en un complejo deportivo y cultural de primer nivel, Sencia impulsó un modelo que privilegia el uso multifuncional del estadio actual.

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Estadio El Campín en montaje para concierto. Crédito - X: @JuanjoseMant

El negocio es evidente. En menos de un año, por la gramilla de El Campín han pasado artistas como Shakira, System of a Down, Maluma y Silvestre Dangond, Andrea Bocelli, entre otros, además de grandes eventos religiosos como el de la Iglesia Universal el 24 de mayo de 2025, que reunió a más de 20.000 asistentes. Ese mismo día, tras la ceremonia, la estructura del escenario se utilizó para un matrimonio privado. La empresa defendió la decisión asegurando que todo se hizo de manera legal y que “el estadio es de todos”. Pero la polémica estalló: para muchos aficionados, aquello representó la degradación simbólica del templo futbolero.

Partidos desplazados, calendarios desarmados

La otra cara del negocio del entretenimiento la sufren los clubes. Cada gran evento no solo compromete el estado del terreno de juego, sino que altera las agendas deportivas. Solo en lo que va del 2025, varios encuentros se han tenido que aplazar o trasladar a otros escenarios por culpa de conciertos o actividades no deportivas:

Dentro de los juegos aplazados estuvieron dos clásicos entre Santa Fe y Millonarios, tanto de la Liga Femenina como la Liga Colombiana masculina. En el caso del primero, el duelo era por la segunda fecha del cuadrangular B, estaba pactado para el sábado 9 de agosto a partir de las 3:00 p. m., mientras que el segundo, era adelantado por la fecha 17, para el miércoles 13 de agosto, ambos en El Campín. Millonarios acumuló en ese instante tres partidos aplazados, ya que no pudo disputar los dos primeros contra Unión Magdalena y Deportivo Pasto.

El duelo de Santa Fe contra Medellín por los octavos de final de la Copa BetPlay programado para el 1 de octubre, tuvo que disputarse en el estadio Metropolitano de Techo. En otras ocasiones, los partidos se han jugado menos de 24 horas después de un concierto masivo, con una cancha evidentemente afectada.

 

La gramilla: el corazón de la polémica

El césped de El Campín ha sido objeto de críticas durante años. Su deterioro recurrente y la irregularidad en su calidad han generado reclamos de jugadores, técnicos y directivos. Para intentar resolver el problema, Sencia informó que en junio de 2025 se implementó un ambicioso proyecto de renovación: la instalación de grama híbrida compuesta por 85% de césped natural y 15% de fibras sintéticas, cosidas cada 2 cm² sobre una base de kikuyo grass, ideal para el clima frío de la capital.

El proceso terminó el 24 de julio. Pero las críticas no cesaron. “El campo está en una fase de maduración agronómica. Cumple con estándares internacionales, pero necesita más tiempo”, explicó Juan Carlos Salamanca, gerente de Equiver SAS, la empresa encargada del mantenimiento. Según Salamanca, el césped está al 50% de su consolidación y alcanzará su punto ideal en unos seis meses.

Las mediciones técnicas:

  • Rodadura del balón: entre 5 y 10 metros.

  • Rebote: mínimo de 1 metro.

  • Torsión: entre 0 y 40 Newton.

  • Altura de corte: entre 18 y 25 mm.

 

Actualmente, el campo se mantiene entre 18 y 20 mm, dentro del rango FIFA. Sin embargo, los conciertos siguen siendo un factor de riesgo. Aunque se utilizan estibas especiales para distribuir el peso y minimizar el daño, la falta de exposición solar durante los días de montaje y desmontaje afecta directamente la salud de la gramilla. Además, la presión de las estructuras puede provocar hundimientos y zonas blandas.

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Grama de El Campín después de un concierto. Crédito - X: @MundoMillos

El Campín: cuando la gramilla lesiona

Más allá de la estética o el rendimiento del balón, el deterioro del terreno de juego tiene un costo humano: las lesiones. Y no son casos aislados. Tres jugadores de Millonarios han protagonizado lesiones graves que, según especialistas, podrían estar asociadas al mal estado del campo:

  • Leonardo Castro: fractura de peroné el 30 de marzo de 2025, tras anotar su gol número 50 con Millonarios. Estuvo más de cinco meses fuera de competencia.

  • Andrés Llinás: fractura del cuello del pie izquierdo en septiembre, durante un empate de Millonarios 3-3 ante Deportivo Cali. El defensor fue operado y su recuperación tomará cerca de cuatro meses.

  • Juan Carlos Pereira: rotura del tendón de Aquiles el 10 de septiembre, sin contacto con ningún rival, en el partido de Millonarios contra el Deportivo Pasto en El Campín. Su recuperación oscila entre seis y nueve meses.

Las escenas de dolor sobre el terreno de juego y la frustración de los hinchas reavivaron el debate: ¿vale la pena comprometer la salud de los jugadores por más conciertos?

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Juan Carlos Salamanca, gerente de Equiver, detalló el protocolo de recuperación del campo. Crédito: Grupo Sencia

 

¿Sin Selección y con dudas internacionales?

El impacto del modelo actual no solo afecta a los clubes bogotanos. También podría dejar a la capital fuera del radar del fútbol internacional. Ramón Jesurún, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, expresó su escepticismo sobre la remodelación de El Campín y su idoneidad para albergar partidos de la Selección Colombia o finales de torneos Conmebol. Jesurún también lanzó una crítica directa sobre el uno de los estadios, asegurando que primero debe ser el fútbol.

Entiendo que haya eventos, pero también nos están quitando la capacidad de competir. Otra cosa, la final de la Copa Libertadores va a ser en Lima, en un estadio para 80.000 personas. Bogotá tiene uno de 34.000, y aunque se amplíe a 50.000, sigue siendo insuficiente.

Ramón Jesurún, presidente de la FCF

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La batalla por El Campín: los conciertos que afectan el fútbol. Crédito: Grupo Sencia

El nuevo Campín: promesas y dudas

El proyecto del nuevo estadio, que se construirá a pocos metros del actual, promete una solución definitiva. Incluirá un nuevo tipo de grama, asesorada por la FIFA, con sistemas de riego inteligente, luz ultravioleta y tecnología avanzada para mantener condiciones óptimas. La idea es que Bogotá cuente con un escenario de primer nivel y vuelva a ser sede de eventos internacionales.

Pero las dudas persisten. ¿Será suficiente para revertir el daño a la reputación del estadio? ¿Podrán convivir la industria del entretenimiento y el fútbol sin que una sacrifique a la otra? ¿O está Bogotá condenada a perder parte de su esencia deportiva en nombre del negocio?

Una batalla que va más allá del césped

La disputa por el Estadio El Campín no es solo una discusión sobre gramillas, conciertos o agendas. Es un espejo del debate mayor sobre qué papel deben cumplir los estadios en la vida de las ciudades modernas. ¿Son templos del deporte o centros multifuncionales? ¿Espacios de identidad o plataformas de negocio?

Por ahora, el balón y las guitarras seguirán compartiendo escenario. Pero cada vez que un jugador se lesiona, que un partido se aplaza o que la grama pierde color tras un espectáculo, muchos se preguntan si Bogotá no estará perdiendo algo más valioso que un estadio: su memoria futbolera.

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